top of page
  • Foto del escritorAguas Claras

Francisquita aprende a defenderse

Actualizado: 1 feb 2018

Autor: Pilar Montero

Ilustraciones: Rocío Ochoa Capelli


Recomendaciones:

-Para niños que han sido molestados para que aprendan a

defenderse, sin pegar.

-También para aquellos niños que molestan o pegan a otros

compañeros. Para que vean las consecuencias de sus actos y puedan

aprender cómo cambiar.


Contraindicado: Para niños que nunca han ido al jardín o al colegio.

Mensaje par los padres: Cómo enseñarle a los niños a defenderse

poniendo límite con las palabras (barrera verbal) y creando una

barrera con las manos. Los padres le pueden enseñar a sus hijos

mediante él diálogo y la práctica en un juego de rol.

- Tiempo estimado: 12m.


Francisquita aprende a defenderse


Francisquita es una niña que vive con su mamá, su papá y su hermano Pedrito.

Es una niña muy inteligente que le gusta mucho ir al jardín, estar con los amigos, sus tías y hacer paseos con sus papás.

Francisquita se levanta muy contenta en la mañana. La mamá la ayuda a vestirse a ella y luego viste a Pedrito, mientras él se toma su mamadera. Luego, toman todos juntos desayuno. Francisquita se toma su leche y pone la colación en su mochila. Francisquita se lava los dientes y su mamá la lleva al jardín.

La mamá acompaña a Francisquita

hasta la puerta del jardín, donde

se despiden con un beso.

Francisquita entra feliz al jardín

de la mano de la tía. Sabe que lo

pasará muy bien en el jardín y que

luego su mamá volverá a buscarla a la hora de salida. ¡Pobre Pedrito que se quedó aburrido en la casa! piensa Francisquita mientras va hacia la sala de la mano de la Tía con una gran sonrisa.



Cuando entra a la sala, los niños que ya han llegado la saludan contentos:

–¡Hola Francisquita!

–¡Hola! –les responde Francisquita sintiéndose muy contenta de estar ahí. Saluda a la tía Luly y a la tía Pía, se pone su delantal y se pone a jugar a los puzzles con sus amigas Flo y Bea .
















Luego comienzan las actividades. A la hora del recreo se comen su colación sentados y salen al patio.


Francisquita anda un rato en las motitos y luego se va a la casita de muñecas a jugar a la familia con la Flo y la Beita.















Están las tres niñas jugando, cuando se acerca Esteban y empuja a cada una botándolas al suelo.


La Flo se pega en la cabeza con la casita de muñecas y se pone a llorar. A Beita le da tanta pena y rabia, que también se pone a llorar. Francisquita se aguanta las lágrimas.


La Tía Luly llega a ayudarlas y le dice a Esteban que eso es muy feo, que los amigos no le pegan a las amigas.

–Si les pegas, después nadie va querer jugar contigo. Si quieres jugar con ellas, tienes que pedirselos hablando –le explica la Tía a Esteban.

Esteban se da cuenta de que hizo mal. Se arrepiente. Él pensó que sería divertido. Pero a Francisquita nunca le habían pegado antes y se queda muy triste.



Cuando la mamá llega a buscarla al Jardín, Francisquita le cuenta todo.

–Mamá, estábamos jugando con la Beita y la Flo a la familia en la casita de muñecas.

Llegó Esteban y nos pegó a todas

–Mmmm –exclama la mamá.

–Que feo lo que hizo Esteban. ¿Cómo te sentiste?

–Muy mal –responde Francisquita–. Me dio pena y rabia. No sé… No le pude pegar porque si no él me iba pegar de nuevo.

–Qué bueno que no le hayas pegado. Tienes razón; si tú le pegas, luego él te pega, y luego tú de nuevo le pegas. Sería una pelea de nunca acabar. Los golpes solo llevan a más golpes.

–No quiero ir más al jardín. No quiero que Esteban me vuelva a pegar. No me gusta.

–¿Y vas a dejar de ir al jardín sólo porque Esteban te pegó? ¿Vas a dejar de ver a los niños, de jugar con tus amigos, de aprender cosas nuevas sólo por eso? No debes pegarle, pero sí puedes aprender a defenderte.

–¿A defenderme? ¿Cómo?

–¡Muy fácil! –le dice la mamá–. Cuando él se acerque y tú creas que te va pegar, le dices bien fuerte, pero bien fuerte: “¡No Esteban!, a mi no me gusta que me peguen” y le pones las manos así extendida como una barrera.

Francisquita se ríe un poco nerviosa. No sabe si se atreverá a hacerlo.

–Esteban es un niño igual que tú mi amor, sólo que en vez de conversar, está haciendo mal las cosas y pega. Pero si tú lo paras firmemente, él también puede aprender y luego tener amigos. Ensayemos, yo te represento a ti y tú eres Esteban. Debes hacer como que me pegas. Francisquita hace como que le pega a la mamá, que está representándola a ella. La mamá, que actúa de Francisquita, le muestra cómo debe decirle “Para, no me pegues, no me gusta que me peguen” extendiendo las manos como una barrera. Luego cambian de rol. La mamá hace de Esteban y la Francisquita actúa de ella misma. Al principio le dice con voz muy baja: “No me gusta, no me pegues Esteban”.

–Bien para ser la primera vez –le dice la mamá–. Pero debe ser mucho más fuerte y no olvides las manos. Saca la voz con energía, casi gritando. Tienes que sonar fuerte.

La mamá vuelve a hacer como que la va a empujar y Francisquita le grita con fuerza y con cara de enojada: "¡No Esteban!, a mi no me gusta que me peguen, no lo hagas”

–¡Bravo! –aplaude la mamá–.

Francisquita se ríe contenta. Lo ensayan varias veces más hasta que Francisquita se siente segura y con fuerza.



Francisquita practica defenderse usando la barrera verbal de palabras y haciendo una “para” con las manos.

Al día siguiente en el jardín Francisquita

está atenta a Esteban. No quiere que le

pegue de nuevo.












Están en la sala haciendo unas máscaras

de disfraz, cuando Esteban se acerca y le

quita el pegamento. Francisquita se enoja.

–Pídemelo –le dice valientemente Francisquita–. Las cosas no se quitan, yo te lo presto.

–Yo hago lo que quiero –dice Esteban–. Y se acerca de nuevo para pegarle.


Entonces, Francisquita recuerda todo lo ensayado. Estira las manos y le grita:

–¡No Esteban! ¡No me gusta que me

peguen, ándate! –Lo dice con tanta fuerza que Esteban se

queda quieto. En ese momento, Francisquita se aleja mientras le dice:

–Si quieres tener amigos, debes decir lo que quieres y no pegar.



Esteban intenta varias veces más pegar a los amigos. Se olvida que hay que decir lo que uno quiere y no pegar.


Francisquita y sus amigas lo detienen muchas veces hasta que Esteban se da cuenta que no tiene con quién jugar en los recreos y que nadie lo invita a los cumpleaños.


Esteban se siente triste y solo.

Fue entonces cuando Esteban le pide ayuda a Francisquita para poder tener amigos.

–Sólo tienes que ser amoroso –le dijo Francisquita–. Prestar los juguetes, nunca pegarle a los amigos, ayudar a los niños más chicos y hablar cuando juegues, en vez de pegar. –Ven a jugar con nosotros –lo invitó–. Y acuérdate de conversar si te enojas en vez de pegar.


Esteban lo pasó tan, pero tan bien jugando con la Flo, la Beita y Patito que se prometió nunca más pegarle a un amigo. Además, Esteban era muy inteligente y pensó que a él tampoco le gustaría que le pegaran. Desde ese día, Esteban cambió de actitud. Sólo algunas veces cuando se enoja mucho se le olvida y pega, pero siempre pide perdón. Cada vez lo maneja mejor y usa las palabras en vez de pegar. También aprendió que cuando está muy enojado, es mejor no reaccionar y esperar a que se le pase un poco. Sino siempre hace algo que después se arrepiente. Pero si espera, después no siente tanta rabia y actúa mucho mejor.


Cuando usamos las palabras para decir lo que queremos o necesitamos, todos podemos ser amigos y pasarlo bien.


254 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page